Domingo XXVI T. Ordinario. A

Domingo XXV T. Ordinario. A
19 septiembre, 2020
Domingo XXVII T. Ordinario. A
3 octubre, 2020

Hacia la unificación. Julia Stankova

Mt 21, 28-32.

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: «Hijo, ve hoy a trabajar en la viña.»Él le contestó: «No quiero.»Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: «Voy, señor.» Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?» Contestaron: «El primero.»
Jesús les dijo: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.»

 

Al escuchar este Evangelio me viene a la memoria, la importancia de algo que cuidamos en la vida Monástica y que es fundamental en toda vida, un camino de unificación interior: ser verdaderamente humano para ser verdaderamente cristiano. Y esta unificación interior es un camino lento y difícil, pero también precioso: es ir transformando el corazón de piedra en un corazón de carne. Un camino que precisa tomar perspectiva, hacer silencio, acoger la soledad propia de la condición humana.
Un camino de “vuelta a casa”, de vuelta al corazón, de profunda humanización… porque “el Reino de Dios está dentro de nosotros”.
Dios siempre confía, en cada persona, en las prostitutas y también en nosotros. Dios cree en nosotros, siempre. Entonces yo también puedo comenzar mi conversión a un Dios que no es deber, sino amor y libertad. Con él cultivaremos racimos de miel y de paz para nuestros hermanos y hermanas. Jesús, mirándote a ti, veo que tu vida es un sí, enséñame.

Lee, medita, ora, contempla.