Domingo de la Trinidad. Ciclo C

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Julia Stankova

Jn 16, 12-15.

Jesús dijo a sus discípulos: “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará”.

 

 

«El Hijo y el Espíritu constituyen las dos manos por las que el Padre nos toca, nos abraza y nos moldea cada vez más a su imagen y semejanza». (San Ireneo). El Padre y el Hijo nos dan su Espíritu Santo, nos hacen de su familia, nos dan su aire de ternura, de fortaleza. Celebrar su fiesta implica comprometernos en un modo de vivir vinculado, que se deja afectar por lo que les ocurre a los otros.

Comenzar toda oración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, es una profesión de fe, un acto de amor, un  reconocimiento de la Comunidad de la que somos partícipes y de la cual aprendemos a vivir como hijos y como hermanos. Que así sea. 

Acoge, adora, recibe. ¡Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo!