Fiesta del Amor

DIOS TRINIDAD
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La Trinidad Misericordiosa

La Trinidad misericordiosa

 

    «La Trinidad Misericordiosa». Este icono nos dice que hemos de comprender a Dios desde otras experiencias. Quiere  representar la relación de Dios con el hombre: Relación de Dios contigo y conmigo. 

    Contemplando la imagen vemos que el hombre está en el centro del amor de Dios. En el centro está el hombre débil, pequeño, que no ha encontrado todavía su estatura de hombre.

    Es lo que Jesús nos ha revelado: que pone en el centro de su vida y de su acción a los hombres más pobres, los más débiles, los que no cuentan para nada, los desechados. Los que sufren y los pecadores. El hombre, cada uno personalmente, cuenta tanto a los ojos de Dios que lo coloca en el centro de sus preocupaciones. «Toda la atención de Dios está centrada sobre su criatura».

    El Padre en el Hijo, por el Espíritu Santo, se preocupa del ser humano. Su intención es idéntica. Actitudes y gestos lo demuestran:una misma atención, un mismo amor apasionado los estimulan hacia el ser humano.«El que me ha visto a mí, a visto al Padre. Yo estoy en el Padre y el Padre está en mi Yo no hago nada fuera del Padre» (Jn 14,9-11).

    El hombre, en el centro del icono, es la figura más oscura de todas. Color de tierra. Un ser creado por Dios, y que estaría sin vida, si ésta no se la hubiese dado el Creador. Es lo que recuerda el personaje de la derecha: un beso, un soplo de vida. Dios quiere que el ser humano sea un ser viviente, su interlocutor, capaz de responder a su llamada a la vida. Capaz de amar y de asemejársele.

    El hombre está en un círculo. El círculo como símbolo de realización significa que el ser humano en su fragilidad y en sus pobrezas está llamado a la plenitud.

Los dos personajes están vueltos hacia el centro. Se inclinan. El de la derecha de rodillas, el de la izquierda sobre sus talones. Dios se abaja para estar cerca de las pobrezas humanas. No nos mira desde arriba sino que sale a nuestro encuentro en nuestras fragilidades, en nuestra vulnerabilidad.

    Dios se hace servidor del hombre. Es lo que Jesús ha manifestado a sus discípulos en el lavatorio de los pies. Así, el gesto del personaje de la izquierda, que sostiene los pies con sus manos, llenándolos de besos. El amor que sana y pone de pie.

    El personaje de la derecha, tira del hombre para ponerle en pie. Así el buen samaritano, y así el Padre que, al regreso del hijo, lo abraza, y lo cubre de sus besos, de su perdón.

    La paloma de fuego es la que aletea “sobre el caos” (Gn 1,1),la que vuela sobre el hombre yaciente. La de la creación nueva de Pentecostés. No llenos de miedo sino plenos de la audacia que nos hace testigos del Resucitado, del Amor de Dios que ama al mundo.

    El gran círculo de el medio: la tierra, el mundo. El ser humano, creado a imagen de Dios y llamado a responder cooperando para que el Reino de Dios llegue a nosotros: el hombre, como corazón del mundo, ha recibido por vocación cuidar de la tierra, ser su guardián.

    Los tres círculos exteriores, tocan, se empotran en los círculos centrales. Pero la mayor parte de los círculos se queda fuera. Dios es mayor que la Creación, es su Misterio.

    Poner en el centro al otro, al pobre, es devolverle su dignidad, darle la oportunidad de vivir el paso de la esclavitud a la amistad, de la dependencia a la libertad.

    Jesús, el amor de Dios para el mundo, ha dicho: «He venido a liberar a los cautivos, a devolver la vista a los ciegos» (Le 14,16-21). Y nuestra vocación como cristianos es continuar la obra de Jesús en el mundo.

   “La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios (Padre) y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con vosotros”, es la frase con la que el apóstol Pablo solía saludar y despedir a los cristianos de las comunidades que había formado y a las que se dirigía en sus cartas. Tres palabras que vinculadas a «los tres» nos permiten saber algo de Dios: gracia (don), amor, comunión. Es la fórmula bautismal, la fuente de nuestra identidad cristiana.

Hna. Cáritas Müller

          Que sea un día para «ir a la fuente… agradecer».