Mc 6, 7-13. Domingo XV del Tiempo Ordinario. Ciclo B
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
… El discípulo anuncia con su vida. Hace falta testigos. Me viene a la memoria, Pedro Casaldáliga; los poemas de su Consagración Episcopal: «Mi mitra será un sombrero…. Mi báculo será la Verdad del Evangelio y la confianza de mi pueblo en mí. Mi anillo será la fidelidad a la Nueva Alianza del Dios Libertador y la fidelidad al pueblo de esta tierra…» (1976). Y cómo no celebrar hoy a San Benito, que hizo de su vida una búsqueda de Dios, y una profecía del cuidado de las personas, (RB 72).
Es sorprendente que Jesús insista más en las modalidades del anuncio que en su contenido. Y actuaban en su nombre. Y curaban. Y hoy, escuchamos esa llamada de Jesús: Pídele, que te identifique con Él.
Lee, medita, ora, contempla.