«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.»

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II Domingo de Cuaresma A. Mt. 17,1-9. 
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Sí quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.» Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»

 

Ya viene el día, tu día, la luz apunta en los montes, Luz grande, Pascua bendita, hoguera de claridades. Vamos a más Luz.
Nos disponemos a recibir esta luz. Y repito como uno de los discípulos: ¡qué bien se está aquí!
Y dejo que llegue la calma.

La Cuaresma tiene el ritmo de las estaciones, comienza en invierno y termina en primavera, cuando toda la vida muestra su profunda verdad, que un poeta expresa así: «Tú eres para mí lo que la primavera es para las flores» G. Centore

El entusiasmo de Pedro, esa exclamación asombrada: ¡qué bien se está aquí! Nos hacen comprender que la fe, para ser pan, para ser vigorosa, debe venir de un asombro, de un enamoramiento, necesitamos contemplar el icono luminoso de Dios: sentir y hablar de un Dios luminoso.
Pero la Transfiguración, y la voz que Jesús escuchó de su Padre: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Es una experiencia de confirmación, para otros momentos que vienen y que también nos visitan a nosotros. No dudes. Y déjate habitar por su luz y su amor.

Lee, medita, ora, contempla.