II Domingo de Cuaresma. Ciclo A

Ora 30′. Oraciones disponibles aquí
2 marzo, 2020
Ora 30′. Oraciones disponibles aquí
9 marzo, 2020

Julia Stankova

Mt 17,1-9.

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Sí quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.» Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»

 

Para comprender la Transfiguración, es importante leer lo que sucedió antes, para ubicarlo en su contexto histórico correcto. Jesús y su comunidad están experimentando un momento difícil, porque Jesús ahora ha entendido que está frente a la Pasión y comienza a hablar abiertamente sobre esto con los doce. El resultado es desastroso. El aire está cargado de silencios y caras largas.

En un segundo momento, la voz del Padre, se dirige a ellos. Al final sus cuerpos postrados son tocados por Jesús y se ponen de pie, dispuestos a reemprender el camino. Están anticipando su participación ( y la nuestra) en la Resurrección del Hijo amado.

Lee, medita, ora, contempla.