NO TEMAS

SI LOS BIENES SOFOCAN LAS RELACIONES
30 julio, 2022
JESÚS, FUEGO ARDIENTE
13 agosto, 2022

Lc 12,32-48.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.
Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre». Pedro le dijo: «Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».
Y el Señor dijo: «¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?
Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes…».

 

Nacidos de la luz hijos de día. ¿Cuál es nuestro tesoro? 

Un tesoro, una espera, un servicio. Ahí nos convertimos en creyentes, buscadores de sentido, adivinos de luz. La otra urdimbre sobre la que se tejen las parábolas es el término «siervo». La idea-fuerza del nuevo mundo radica en el coraje de cuidar. Aunque sea de noche.
…Si al final de la noche lo encuentra despierto. «Si» lo encuentra, no está seguro, porque no es una obligación, sino una sorpresa; no deber sino asombro.
Deseo vivir del tesoro, esperar y servir, aunque es de noche. Como Jesús, el Maestro en la Última Cena, el Dios arrodillado ante los apóstoles, con los pies entre las manos; un corazón luminoso. El milagro de la confianza de mi Señor me seduce de nuevo: creo en él, porque él cree en mí. Sí,  enciende una lámpara y guarda su Luz.  

Lee, medita, ora, contempla.