El Misterio de Pascua llega a su plenitud.
El Espíritu busca encarnarse, pide permiso para entrar en tu vida, desea impulsar, dar calor, orientar, enderezar, alentar, conceder tregua, ser brisa, gozo… también consuelo y sobre todo luz.
Es el Padre amoroso del pobre.
Déjate llevar, déjate encontrar.
Y, si él te llama, ven a orar este Domingo en este Monasterio, con toda la Iglesia, herida pero esperanzada.
Al término de las II Vísperas apagaremos la llama del Cirio Pascual, símbolo de Cristo Resucitado. Este gesto nos recuerda que el tiempo litúrgico de la Pascua ha llegado a su cumbre. Y que, por el bautismo, esta llama arde sin apagarse en nuestro propio corazón.
Vidrieras de la Iglesia. Monasterio de Santa María Magdalena, Alzuza