Sembradores de «esperanza…»

Triduo Pascual en casa.
9 abril, 2020
Viernes Santo
10 abril, 2020

 

Nos estamos adentrando en la Semana Santa, «de qué distinta manera la vamos a celebrar…» Pero la celebramos, UNIDOS a toda la IGLESIA, con la Iglesia y en la «Iglesia doméstica» que tantas veces hemos oído.

El salmo 21 nos dice que «contaremos la fama del Señor a nuestros hermanos». Esta es la gran invitación que Él nos hizo en el Domingo de Ramos. Y el profeta Isaías nos recuerda que el Señor nos abre el oído, nos hace estar atentos; atentos a las necesidades de los demás como veíamos  en el Evangelio: aquellas gentes de Jerusalén sencillas vieron cómo Jesús era distinto, cómo entraba en un borrico que representa la pequeñez, la cercanía a los hombres, la capacidad de entrega. No entraba como lo hacían los reyes de Jerusalén en caballos, que son signos de poder y de fuerza. Él entraba con otra fuerza distinta. Y es la que quiere que tengamos también nosotros, miembros vivos de la Iglesia, cuerpo de Cristo que tiene la misión de entrar en este mundo con muchas heridas, rupturas, enfrentamientos, pobrezas muy diversas, y que ahora afronta una pandemia sin precedentes… Dios es necesario. Dios no es una anécdota. El Dios cristiano que nosotros predicamos y en el que creemos no es un Dios de muerte, es un Dios de vida, es un Dios de reconciliación, es un Dios que no utiliza la fuerza para hacerse presente entre los hombres. Lleva el amor hasta dar la vida. Él hace la entrega de sí mismo, y es la que nos pide a nosotros, sus discípulos. La Iglesia, de la que nosotros somos parte, tiene que entrar en el mundo para acompañar, para curar…

Jueves Santo: Jesús quiere celebrar la “cena de despedida.“  El pan y el vino que Él consagra, convirtiéndolos en su Cuerpo glorioso y en su Sangre bendita para nuestra transformación en Él, es alimento y consuelo para el camino.

En esa cena tiene otro gesto: impone las manos a los doce discípulos, haciéndoles sus sacerdotes, continuadores de sus misterios de salvación. Y éstos, a su vez, deberán seguir esa cadena, prolongando el sacerdocio de Cristo por todos los rincones de la tierra, a quienes Dios llamó y sigue llamando.

 

rezandovoy