A María y a José, a los dos les llegó «el anuncio del ángel«. Los dos lo acogieron en el silencio de su corazón viendo en ese anuncio un proyecto de vida: Colaborar con Dios en su plan de salvar al hombre.
La Iglesia celebra su fidelidad, su amor y su aceptación de la voluntad de Dios. San José no era un hombre de muchas palabras: era un hombre de acción.
Solo tenemos una declaración directa sobre su personalidad: en el Evangelio de Mateo, se lo describe como «un hombre justo» (Mateo 1, 19). Sus acciones nos revelan todo lo demás que sabemos sobre él.
Él lleva a María, y al Niño que ella lleva, a su hogar cuando, a la vista del mundo, estaría justificado divorciarse de ella. Él conduce a la embarazada María a Belén y huye con ella y su Hijo a Egipto. Cuando está seguro, regresa con los dos a Galilea.
Él hace todo esto, porque Dios se lo pide. Nunca duda. Cada vez que leemos que el ángel le habló a José, vemos a continuación lo que él hizo. «José se despertó«, «José se levantó», «Él fue». Cada vez que recibía una llamada, su reacción era responder inmediatamente.
El Papa Pío IX, atendiendo a las innumerables peticiones que recibió de los fieles católicos del mundo entero, y al ruego de los obispos reunidos en el Concilio Vaticano I, declaró y constituyó a San José Patrono Universal de la Iglesia, el 8 de diciembre de 1870.
Que el siga cuidando a todos los sacerdotes y seminarista que lo tienen de protector. Con este deseo de «bendición» oramos por ellos.
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Vísperas y Eucaristía se celebrará a las 7,00 de la tarde.