TANTO AMÓ

Jn 3,16-18.
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Este amor que nos habita, ¿Acaso no va a modelarnos?
Lo que más motiva al ser humano es ser amado y ser reconocido, por eso hacemos todo lo que sea para aparentar que vivimos bien. Si no estamos sanos por dentro, buscaremos ese aplauso o ese afecto como compensación a nuestros vacíos.
Esta fiesta de Dios Trinidad, es la oportunidad de volvernos a nuestro ser más profundo, allí donde hemos experimentado y experimentamos que Dios nos ama incondicionalmente. Que me ama por dentro y me abraza por fuera. 
Vive en su presencia, y déjate moldear por el Dios que te habita. En este centro, guardo a tantas personas que se acercan a mí, pasan por situaciones de incertidumbre y se confían a nuestra intercesión.

En el Padre, en el Hijo, en el Espíritu Santo.