Mt 5,13-16.
Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra.
Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo».
… El Evangelio de hoy nos dice: «Vosotros sois la sal, vosotros sois la luz.» En el centro de ti, un punto de oro. No es una jactancia, es una luz para compartir.
¿Cómo poner la lámpara en el candelabro? Isaías sugiere: parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, cubre a quien ves desnudo y no te desentiendas de los tuyos, surgirá tu luz como la aurora.
La sal da sabor. San Pablo, no quería saber nada más que a Cristo crucificado (1 Cor 2: 1-5). Es mucho más que «saber»: es tener el gusto de Cristo. Es reflejar la luz de la compasión que Cristo Jesús nos regala. Sí, conviértenos en pequeñas luces, de unos para otros.
Lee, medita, ora, contempla.