XXXIII Domingo del T.O. Ciclo C

Ora 30′. Oraciones disponibles aquí.
11 noviembre, 2019
Ora 30′. Oraciones disponibles aquí.
18 noviembre, 2019

 

Lc 21, 5-19.

Y como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida». Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».
Él dijo: «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

 

El Evangelio nos guía a lo largo de la cresta de la historia: por un lado, el lado oscuro de la violencia, el corazón de la oscuridad que destruye; Por otro lado, el lado de la ternura que salva: «ni un solo cabello de vuestra cabeza se perderá». Un horizonte, que abre una brecha de esperanza. Llegarán guerras y ataques, arderán revoluciones y desilusiones, ansiedades y miedos, pero alzas la cabeza, te levantas de nuevo, no te resignas, no te rindes. El Evangelio convoca al compromiso, al trabajo tenaz, humilde, cotidiano desde abajo que cuida la tierra y sus heridas, los hombres y sus lágrimas, eligiendo siempre lo humano contra lo inhumano.

Los discípulos, son los que saben apreciar y cultivar la esperanza. «Mientras la creación asciende … es el dolor de nacimiento, cuánto muere porque nace la vida». Él es el guardián enamorado de cada uno de mis fragmentos más pequeños. La violencia se autodestruirá. Lo que debe quedar grabado en los ojos del corazón es la última línea del evangelio. «Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá». Tenemos un Libertador, su Reino viene. Mira a Jesús. Mírale.

Lee, medita, ora, contempla.