«Amó, se fió»

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El último encuentro

El último encuentro

 

 

Benito y Escolástica dos hermanos gemelos, que muy pronto vivieron el dolor de las muerte de sus padres, pero les dejaron en el corazón un “gran tesoro:” Les habían enseñado a orar.

Los dos eligieron “escuchar la Voz de su interior y seguirla”. Querían llevar una vida de oración. San Benito, estableciéndose en una cueva donde permanecería durante tres años. Nadie conocía su existencia, salvo el monje Román que habitaba en un monasterio cercano. En este tiempo San Benito fue creciendo en conocimiento de sí mismo y de su prójimo.

La vida oculta de Santa Escolástica tiene el valor de símbolo. Ella encarna el poder de la oración contemplativa, “razón de ser de nuestros Monasterios”. Esta oración, en alas de un corazón virginal, lleno de fe, arrebata a los cielos su gracia y la derrama a torrentes sobre la tierra. Así fue también en el último encuentro que vivió con su hermano Benito.

Santa Escolástica,allí mismo donde estaba, bajó a su interior, con paz y en espera de la respuesta de Dios. Precioso. Se fió, lo importante es tener certeza en el amor de Dios y de los demás.

Le dice después a su hermano  con ironía: “te lo pedí a ti y no me lo concediste, se lo pedí a mi Dios y me lo concedió”

Unidos por el amor fraternal, y por el amor que concede la gracia del Señor, ambos se entregaron a Él en esta vida, “no anteponiendo nada al amor de Cristo”, en la oración contemplativa, en la oscuridad luminosa de la fe, y ambos lo aman ahora, por la eternidad, en la alegre contemplación cara a cara.

Si te ayuda «escucha este canto con los oídos del corazón.»

Baja tú también a tu interior y guarda lo que el Señor te quiera regalar.