DOMINGO de la ALEGRÍA

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16 diciembre, 2022

Mt 11,2-11.

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?»
Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!»
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: «Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti.» Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.»

 

Estos días, de Adviento, he gustado del silencio, de la escucha y de la Presencia de nuestro Dios. Es un tesoro; parar, silenciar tanto ruido exterior e interior. Y estar en su Presencia. Estás invitada, invitado. Entra, en tu “casa habitada” y quédate ahí.

La pregunta con que encabezamos el comentario del evangelio de este domingo se la hace Juan el Bautista por medio de sus discípulos (porque él está en la cárcel) a Jesús.
“¿Eres tú?”: es, la pregunta que todos nosotros nos hacemos muchas veces en la vida sobre la presencia y la acción de Dios. También nosotros “esperamos” otras cosas,  esperamos otro Dios, esperamos que Dios actúe de otro modo en el mundo y en nuestra vida.
Fundamentalmente esperamos a Alguien. Esperamos a Jesús, que viene a proclamar y a iniciar un mundo nuevo en el que se verán cuestionados muchos de los valores en los que nuestra sociedad se fundamenta.
Pidamos a Dios, ser más capaces de aceptar su misterio. Acojámosle. Contempla su designio de amor. El espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres. Aleluya. ¡Alégrate!, nuestro Dios viene, viene más a tu vida. ¡Recíbelo! 
Lee, medita, ora, contempla.