Domingo. La Inmaculada Concepción

Ora 30′. Oraciones disponibles aquí.
2 diciembre, 2019
Ora 30′. Oraciones disponibles aquí.
9 diciembre, 2019

Julia Stankova

Lc 1.26-38.

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.

 

…»El ángel entró donde ella estaba», en su casa. María nos ayuda a repintar el icono de Dios, a hacer de él un Dios deseable, bello, atrayente. Ante todo, su Dios es el Dios de la alegría; es la primera palabra, del ángel: alégrate María, goza, sé feliz. Palabras, en las que vibra una nota, un perfume, un sabor bueno y raro que todos buscamos, todos los días; la alegría. El ángel asegura que hay una felicidad en el creer y un «placer» de creer.  Hoy, éste anuncio es para ti. Déjale espacio y alégrate.

 

Lee, medita, ora, contempla.