JESÚS MURIÓ COMO HABÍA VIVIDO

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Es el momento de entrar en la semana de Pasión.

En los últimos días de Jesús pasa por todo lo que importa: el amor, la amistad, el miedo, la traición. Deja que te atraviesen las palabras. Siente el peso de la cruz. Porque lo que ocurre allí sigue pasando hoy: cuando cuidas, cuando te callas, cuando ya no sabes qué hacer. Tomar parte, entra, sigue a Jesús. En ella están presentes los niños muertos de hambre, la infinidad de los torturados y asesinados a lo largo de la historia, el sufrimiento de tantas mujeres violadas y maltratadas en sus casas de forma oculta. Para adorar el misterio de un Dios crucificado no basta celebrar la Semana Santa; es necesario además acercarnos más a los crucificados, semana tras semana. Lucas, por ejemplo, ha querido destacar la bondad de Jesús hasta el final, su cercanía a los que sufren y su capacidad de perdonar. Según su relato, Jesús murió amando. Pidamos a Cristo Jesús, sus sentimientos. 

Isaías 50,4-17.
El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo; para saber decir al abatido una palabra
de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los discípulos.
El Señor Dios me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás. Ofrecí la espalda a los que me
golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no escondí el rostro ante ultrajes ni
salivazos.
El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como
pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.

Sal 21
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme, se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza.

Flp 2,6-11.
Cristo Jesús, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al
contrario, se despojó de si mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los
hombres. Y así, reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente
hasta la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo
que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda
lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Lucas 22,14–23,56. 

Lee, medita, ora, contempla.

Monasterio de San Pelayo
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