DOMINGO DE ALEGRÍA

CONVERTÍOS
22 marzo, 2025
CONTEMPLA LA ESCENA
5 abril, 2025

Lc 15, 1-3.11-32.

– «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: «Padre, dame la parte que me
toca de la fortuna.» El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí
derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar
necesidad. Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a
sus campos a guardar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero
nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
«Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de
hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado
contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus
jornaleros. «Se levantó y vino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo
vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de
besos…
«Sacad en seguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los
pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete…
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los
criados, le preguntó qué era aquello…

 

El padre lo deja ir, aunque teme que le hagan daño. Un hombre sabio.
Pero lo que parecía la vida ideal resulta ser una muerte lenta; Se desangra hasta dejarlo sin
humanidad, hasta encontrarse solo y hambriento en una pocilga. No regresa porque entendió sino porque tiene hambre. Pero al Padre sólo le importa que regreses a casa. El padre lo vio desde lejos y corrió a su encuentro.
¡Él no se lanza a decir te lo dije! Pero: ¿tienes hambre?
Ese padre es experto en abrazos. La última escena gira en torno al otro hijo, que no sabe sonreír, que no tiene música dentro, que no tiene fiesta en el corazón.
¡Ven, la vida está en la mesa!
¿Habrá entrado? ¿Se miraron, se abrazaron? No nos lo dicen.
Este es mi Dios, el Dios de Jesús, el Dios que todavía me hace enamorar. Quien la escuche en
su corazón, tal vez llorará de alegría y agradecimiento.
Lee, medita, ora, contempla.

 

Monasterio de San Pelayo
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles. Puedes encontrar toda la información aquí.