III Domingo de Cuaresma. Ciclo A

Ora 30′. Oraciones disponibles aquí
9 marzo, 2020
Ora 30′. Oraciones disponibles aquí
16 marzo, 2020

Julia Stankova

Jn 4, 5-15; 19-26;39-42.

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.» Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.
La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.» La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»
Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.»
La mujer le dice: «Señor, dame de esa agua así no tendré más sed ni tendré que venir aquí a sacarla.»
Él le dice: «Anda, llama a tu marido y vuelve.» La mujer le contesta: «No tengo marido». Jesús le dice: «Tienes razón que no tienes marido; has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.»
La mujer le dijo: «Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.»
Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.» La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.»
Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo.»
En aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.»

 

Enzo Bianchi tiene una expresión iluminadora sobre la belleza de Cristo. Dice: “La vida de Cristo era la vida buena, bella, y santa”. Esta vida conquistó a los discípulos. Fue de tal manera bella, que los discípulos dijeron que un hombre así no podía ser más que Dios. Conquistados, los cristianos corrieron para conquistarla. Y hoy, queremos que su belleza nos alcance. Por un instante, deja espacio a éste Cristo que también hoy, quiere seducir tu vida, llenarla de luz y de gozo.

En este tiempo, la Palabra de cada Domingo quiere llevarnos a un encuentro con Jesús.  ¿Y hoy? El espíritu, la ruah, nos va llevando a ese encuentro.  También para ti, ahora. Es Jesús, quien tiene sed. Y recuerdo que también, en su última entrega, ya en la cruz, Jesús repite, tengo sed. Deja que su vida te imprima. Y también su estilo.

En estos días de incertidumbre, por el coronavirus, vive con prudencia y cuida la calma, sin olvidar a nuestros hermanos/as de Hatí, y a tantas personas que tienen sed y tienen hambre. Escucha hoy las palabras de Jesús, tengo sed.

Lee, medita, ora, contempla