L. Felipe
Mi vida de cada día, con la plegaria y la relación fraterna con las monjas de mi Comunidad, está muy unida y presente a todas las personas, hombres y mujeres de nuestro mundo, con quien comparto alegrías, bendición, preocupaciones y dificultades.
En esta ocasión de celebración de la Noche Blanca en nuestra ciudad, siento de manera más cercana y tangible la comunión con todas las personas que se acerquen a visitarnos.
Abrimos nuesta casa y me hago presente para recibir, compartir y orar con alegria, atendiendo a la llamada del Evangelio que me ayuda amar y relacionarme, a mirar a las personas y a los acontecimientos con bondad.
Deseo que tu presencia en nuestra Casa te colme de gracia y bendición, como dice San Benito en la Regla, «a tí, quienquiera que seas«.
En el camino de «vuelta a casa», de vuelta al corazón, de profunda humanización, yo seguiré acompañándote con el recuerdo, la oración y la gratitud por tu visita.
Gracias!!!