PAZ A VOSOTROS

VIGILIA PASCUAL
9 abril, 2023
CERÁMICA
19 abril, 2023

Jn 20,19-31.

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

 

Ocho días después, Jesús se aparece a sus discípulos que están con las puertas cerradas. Parece que no hay aire. Y Jesús vuelve a los suyos con el saludo de la Paz, un saludo bíblico que indica, la fuerza de los mansos y los no violentos. Sopló y dijo: recibid el Espíritu Santo. Sobre ese puñado de criaturas, cerradas y asustadas, desciende el viento de los orígenes. También sobre nosotros hoy.
Jesús se acerca a nuestra lentitud para creer con unos simples verbos: mirar, poner, tocar. Tomas pasa de la incredulidad al éxtasis. «Señor mío y Dios mío» Tomás repite ese pequeño «mío» que indica pertenencia. Todo aquello que es importante en nuestra vida, si no crece decrece.
La fe es el riesgo de ser bienaventurados, es decir, felices. Así termina el Evangelio, así comienza mi seguimiento: con el riesgo de ser feliz.