AMAOS COMO YO OS HE AMADO

Jn 13,31-33a.34-35.

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en si mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.»

La fe no es inmediata, es una obra, un hilo fino, un cincel sobre piedra dura, y comienza con la pregunta: ¿qué es esto que está sucediendo?
Cómo quisiera que esta Luz llegara a esa persona que he vista esta semana abrumada por su hijo autista. 
¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Una cascada de belleza, una luz deslumbrante que da nombre a Jesús: ¡El que está vivo!
Y lo dicen con un verbo humilde y concreto: Despertó. No saben decir resurrección, y por eso los evangelistas utilizan los verbos de la mañana, cuando retomamos la vida, el trabajo, el amor, la alegría y el esfuerzo. Se despertó, ¡despertemos de esta vida dormida!
Despierta y ábrete a esta herencia: “Amaos como yo os he amado”.
No vemos la luz, todavía es de noche, todavía se oye el sonido que hace el silencio, pero si amas como Jesús, el nuevo día está llegando.
Haz un acto de fe: Señor Jesús, creo en Ti, Tú quieres acompañarme, yo quiero recibirte.