Gran fiesta del encuentro

III Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C
25 enero, 2019
IV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C
2 febrero, 2019

 

Aunque esta fiesta del 2 de febrero cae fuera del tiempo de navidad, es una parte integrante del relato de navidad. Es una chispa de fuego de navidad, es una epifanía del día cuadragésimo. Navidad, epifanía, presentación del Señor son tres paneles de un tríptico litúrgico.

Hay un nuevo simbolismo en el hecho de que María pone a su hijo en los brazos de Simeón. Al actuar de esa manera, ella no lo ofrece exclusivamente al Padre, sino también al mundo, representado por aquel anciano. De esa manera, ella representa su papel de madre de la humanidad, y se nos recuerda que el don de la vida viene a través de María.

Existe una conexión entre este ofrecimiento y lo que sucederá en el Gólgota cuando se ejecuten todas las implicaciones del acto inicial de obediencia de María: «Hágase en mí según tu palabra». Por esa razón, el evangelio de esta fiesta cargada de alegría no nos ahorra la nota profética punzante: «He aquí que este niño está destinado para ser caída y resurgimiento de muchos en Israel; será signo de contradicción, y una espada atravesará tu alma, para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones»        (Lc. 2,34-35).

   La historia del viejo Simeón enseña que la esperanza, aunque se demore, un día se realiza. No se frustra, ni se deshace. Pero la forma de realizarse no siempre corresponde a la manera que nos imaginamos. Simeón esperaba al Mesías glorioso de Israel. Llegando al templo, en medio de tantas parejas que llevan a sus niños, él ve a una pareja pobre de Nazaret. Y en esta pareja pobre con su niño ve la realización de su esperanza y de la esperanza del pueblo: “Mis ojos han visto la salvación ante todos los pueblos para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel».

Al preparar esta entrada sentía el deseo de llegar a toda la juventud reunida con el Papa Francisco, siguiendo los encuentros, me sentí «conectada» desde la oración. «Abran las ventanas y miren al horizonte…» Cuida esta semilla de VIDA que recibiste  en el «encuentro con jóvenes de todo el mundo.» Cuando tú dediques un tiempo para estar con el Señor, no estas sola, esta oración nos une.
Tú y yo, como ese anciano apacible, llevamos la luz no sólo en nuestros brazos, sino también en los sentidos.   ¡Coge el cirio en esta fiesta de la Presentación del Señor e ilumina tu corazón e ilumina a tu alrededor!

 

 

ora30´

rezandovoy