MIENTRAS LOS REPARTÍAN NO FALTÓ. Jn 6,1-15.

SINTIÓ COMPASIÓN DE ELLOS
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JESÚS PAN DEL CIELO
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Jn 6,1-15.

Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo.»
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados,
y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que
nada se desperdicie.» Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los
cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver
el signo que había hecho, decía: «Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al
mundo.»
Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a
la montaña él solo.

Domingo de pan que desborda de las manos, de las cestas, que parece no tener fin. Y
mientras lo repartían, no faltó.
El del pan es el único signo reportado por los cuatro evangelios. Se trata evidentemente
de un acontecimiento decisivo para comprender la vida y el mensaje de Jesús.
La historia está llena de bellos símbolos: hay mucha hierba que recuerda los pastos y el
Salmo del Buen Pastor; está el gran monte símbolo de la casa de Dios; La Pascua está
cerca; y hay un niño, primicias de un hombre. Un Evangelio lleno de comienzos y
brotes que florecen, por gracia.
El problema de nuestro mundo no es la escasez de pan, sino la pobreza de esa levadura
que nos urge y empuja a compartir, a hacer de lo que tenemos un sacramento de
comunión. El cristiano no da pan al mundo, da levadura.
Tomó los panes, agradeció, dio.
Recíbeme, dame, dándome me volverás a recibir. Sólo puedes agradecer, bendecir,
donar. Compartimos nuestra casa, intercedemos, oramos, queremos creer. Y las migajas alcanzarán para llenar doce cestas.
Somos ricos sólo en lo que hemos dado para el hambre de los demás. Lee, medita, ora,
contempla.