

Lc 18,1-8.
En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer.
Estoy aquí, para Dios. Puedes ofrecérselo, si lo deseas, con esta fórmula. “Este tiempo te lo entrego a ti, Señor, es mi humilde ofrenda. Estoy aquí para ti.
La fe implica entrar en una relación. La oración es esa relación. En este Domingo, “Jesús se refiere a esa dimensión de la fe que es anhelo por su presencia, deseo hondo de llevarle en todo. La oración no es fruto de una exigencia, sino consecuencia de un amor extraordinario. Por eso no hay lugar, ni momento del día, en que el agua de ese amor no busque su cauce”. (Mariola López Villanueva). ¿Qué oración me brota hoy?
Lee, medita, ora, contempla.
