Domingo XIII del T. Ordinario. A

Mt 10,37-42.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.»

… Jesús, no es una relación más: es ese amor que me da cada día fuerza para vivir.
La palabra «recibir», es clave en este Domingo. No hay nada demasiado pequeño para el Evangelio, porque no hay nada auténticamente humano que no encuentre eco en Jesús. Y todo el evangelio puede estar en un vaso de agua fresca, que demos a quien lo necesita.

Lee, medita, ora, contempla.